(Antístenes Oquendo)
Existe el poema aspiracional,
que no pasa de ser aspiración.
Ése es inobjetable:
Todos gozamos del derecho
de aspirar, emitir aspiraciones
y objetos que las reproduzcan
aunque sean dudosas.
El poema puede merecer adjetivos
como transgresivo, disrruptivo o
distópico, sin que eso lo convierta
en objetable:
Como objeto autónomo y soberano,
no tiene que someterse a cláusulas
ni respetar valores. Su verdadero
sentido está en mantenerse ajeno a
todo condicionamiento externo:
No tiene que cumplir normas de
consumo, ni justificar sus faltas
y defectos, ni su existencia como
objeto.
Puede cuestionarlo todo, o no decir
nada. No tiene otro propósito que
ser propio fin, lo que es también
un valor estético.
Ese valor es tan variable como
cualquier condición subjetiva.
Otra cosa, es el poema conspirativo,
el disolvente, o el destituyente. Hay
aspiraciones objetables:
Antes estas cosas, no podemos mostrar
indiferencia; hay que colaborar en la
defensa del buen uso de la libertad
y hacer la denuncia correspondiente.
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