(Carlos Inquilino)
A cierta altura del partido
uno empieza a repetirse,
es algo inevitable.
Tal vez, haya empezado antes;
hay cosas que no sabemos cuando
empiezan, y puede que nunca
terminemos de saberlo.
¿Empezó Buenos Aires?
Lo seguro, es que el mundo empezó
antes, no se sabe cómo y empezó
a dar vueltas, repitiendo lo que
hacían otros.
Así aprendió a repetirse a sí mismo,
hace tiempo y continúa haciéndolo
con éxito.
A cierta altura del partido, no se puede
hacer otra cosa que repetir. Pero no hay
que hacer un mundo: Los partidos hay
que jugarlos hasta el último minuto.
En todos los partidos hay secuencias
que se repiten, jugadas que ya todos
conocemos y hasta podemos predecir.
Incluso, hay goles que parecen réplicas
de otros: Basta ver la repetición.
Es tedioso, pero no podemos más
que aceptarlo y seguir disfrutándolo:
A veces, se disfruta más la repetición
que el momento de la conversión.
La vida es así, hay que aceptarlo: No
habría ningún partido si no gozáramos
las propiedades de la repetición.
Ni sujeto propio, habría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario