(Tomás Mercante)
-Entiendo que habría que negociar…
-¿En qué sentido?
-No importa, hay más que suficientes
y todos susceptibles de negociación.
-De acuerdo, pero cuál sería el fin?
-No lo conocemos, pero podemos negociar
entretanto. Creemos que siempre se puede
negociar, acordar, para obtener algo mejor.
-¿Hay que mejorar la oferta?
-O bajar nuestras pretensiones, dentro de
lo razonable…
-¿Por qué usa la primera persona del plural?
-Es un recurso retórico que mejora la capacidad
de negociación; la propicia y genera las
condiciones para tramitarla en forma fluida y
efectiva. Está comprobado, lo sabemos.
-¿Estamos negociando?
-¿Qué otra cosa sabemos hacer? Ni siquiera
sabemos si podríamos dejar de hacerlo. Al menos
hasta ahora, nunca hicimos otra cosa y no nos
fue tan mal.
-¿La vida es un negocio?
-No sabemos qué es la vida, más allá de este
negocio que nos ocupa. Sabemos que podemos
negociar, no es poco.
-¿Está seguro?
-No, y está bien así: Los negocios seguros son
los menos interesantes; el riesgo es propio de
la aventura de vivir, ese negocio.
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