(Horacio Ruminal)
Frotó un fotón discontinuado
con un neutrino excedido en volumen
y fuera de servicio, y obtuvo un
refrito luminoso.
¿Era lo que buscaba?
Es posible que no, como tampoco
lo que esperaba, pero así funciona
la evolución.
Los accidentes y el azar, a veces
están de nuestro lado y se conjugan
para alumbrar misterios.
Sólo la experiencia humana produce
conocimiento válido, es decir:
verificable, replicable y aprovechable
para producir utilidad.
Sólo la naturaleza humana es capaz
de producir este conocimiento, y
capitalizarlo en sentido productivo.
¿Estamos solos en esta aventura?
¿Cuándo nos separamos de los animales
inferiores para superarnos?
¿Qué es lo que diferencia tanto a la
inteligencia humana de otras?
¿Sólo el volumen encefálico?
¿O hay algo más que escapa a las condiciones
mensurables?
¿Qué era lo que buscaba el hombre
que frotaba un palo y una piedra antes
de ayer?
No conocía del fuego que veía
más que sus consecuencias. ¿Qué buscaba?
Acaso no lo supiera, pero un impulso extraño
lo hizo ensayar y repetir.
El hombre no sabe lo que busca,
pero confía en encontrarlo.
En el camino, suele encontrar otras cosas
y así avanza, a tientas, movido por un impulso
extraño, o ciego.
Tal vez sea eso lo que nos diferencia del resto
de los animales: La insatisfacción, nunca nos
conformamos con lo que somos; aspiramos
a algo superior mientras seguimos avanzando,
aferrados a la práctica del ensayo y el error.
¿Frotaremos lámparas para averiguar el error
que malogró el milagro?
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