(Helena Mora)
Célibes células de saliva divina,
células de Dios
redondas y perfectas,
perfectas y redondas
como soles
cuya luz bebemos.
Células divinas
que no se reproducen
ni se descomponen
a imagen semejanza.
Celdas que brillan perfectísimas
y todo lo iluminan
con su luz redonda,
granulada y única como el amor.
Nos debemos al amor,
estamos hechos de amor
y somos emanación divina,
me dijo una trabajadora sexual.
(el sexo es una parte del amor,
al igual que el trabajo: el amor al
trabajo eleva y dignifica)
Somos el reflejo superior
de esas células de luz
perfectas y redondas
como soles.
Confiamos en este Sol
que Dios creó para nosotros,
brillamos a imagen semejanza
y sabemos agregarle valor
como Dios manda.
Sabemos que Dios es amor.
Y sabemos que en la calle
codo a codo
somos muchos más que Dios.
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