(Dudamel Rambler)
Cláusulas ambiguas florecen como
glándulas en algún ángulo del agua,
ambigua como válvula indivisa e
incunable cuya flora acuna.
Esfínteres que fluyen con una
indiferencia taciturna, ambivalente
suelen replicarse y medrar con
esa ambigüedad cubierta donde
otrora floreciera en usufructo de
terceros.
Los intereses esfumados por el ojo
ciego del amor empedernido y tal
vez justo, ahora devengan en racimos
subalternos de esfínteres ambiguos
que fluyen en el cuerpo líquido
remedando remos fósiles de otras
naves sumergidas, como cadáveres
hundidos en lo ambiguo de sus
cláusulas simétricas, con respecto
a Dios.
Estas flores anómalas, más blandas
que el agua al descomponer, se dividen,
subdividen sin clausura.
(Si se observa con mesura a una distancia
saludable o prudencial, el flujo residual
de esa floración vencida por su propio
engaño, y se extrae con cuidado la parte
que se conserva inútil desde su misma
ambigüedad hedionda y penetrante,
aparece un brote nuevo y sano:
es el anuncio del poema por precipitar)
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