(Amílcar Ámbanos)
El enterocito vacilaba ante el bacilo
y su movimiento finito.
Vacilaba el enterocito entre dos
movimientos, sin adoptar ninguno:
(Hay ocasiones en que cualquier
movimiento resulta sospechoso)
Conocía los riesgos de incorporarse
a un movimiento ajeno:
Lo más seguro es vacilar
en esos casos.
No sabía mucho del bacilo, pero
se movía con autoridad, como si
fuera el líder de la flora.
El enterocito estaba solo,
lo que hubiera comprometido aún más
su situación, pero no estaba enterado
y se sentía tan empoderado como siempre:
Creía en sí mismo.
Era un enterocito anómalo, heteróclito,
distinto: La única condición que explica
que alguien pueda creer en sí mismo
sin ser un dios, o su equivalente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario