(Nicasio Uranio)
Cuando vacilo no me mido,
no tengo una medida
de la libertad que ejerzo, ni
de la energía que se libera
al vacilar.
Sólo cuando vacilo en condiciones
óptimas alcanzo esa plenitud y
gozo de esa energía liberada
de menesteres más dudosos.
Creo que si todos vaciláramos lo
suficiente, nos elevaríamos a un
plano superior en términos de libertad
y habría energía de sobra
para disponer en libertad.
Vacilar, es también una forma de
autoconocimiento. Pero hay que ser
mesurado y evitar los excesos:
La libertad sin control puede resultar
peligrosa.
Por último, una actitud vacilante
nos previene del error no forzado.
Sólo puedo compartir mi experiencia,
y no vacilo en hacerlo y ponderar sus
beneficios: Cuando vacilo soy libre.
Pero es trabajoso vacilar en forma
deliberada y sostenerlo en el tiempo.
Ciertamente, me siento capaz de lograrlo,
pero algo me hace vacilar: una vacilación
auténtica e inclaudicable que cuesta
sostener.
Hay pocas cosas que se sostengan
en este mundo vacilante.
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