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viernes, 12 de enero de 2024

El puño y la evolución

 

(Horacio Ruminal)

 

Empuñar es fácil:

sólo se necesita un puño

y algún objeto empuñable,

que no faltan.


El puño se obtiene a partir

de una mano con el pulgar

oponible: Basta cerrarla y

el puño aparece sin más trámite.


Somos pocos los animales que

gozamos de esta disposición

ventajosa, que multiplica en forma

prodigiosa la utilidad de manos y

miembros.


Un don esencial, que nos reconoce

como miembros superiores entre

tanto organismo vivo intrascendente.


Objetos empuñables hay de sobra,

por fortuna; la mayoría producidos

por nosotros, que somos también los

únicos en producir objetos, gracias

al pulgar oponible.


II

Hay tres formas de armar un puño:

el pulgar por fuera, por dentro o por

arriba. Pero la correcta es la primera:

es el puño más fuerte, es decir útil,

que usamos para pegar trompadas o

golpear la mesa.


Al pulgar le debemos casi todo, desde

cuando sólo conocíamos su función

para matarnos las pulgas uno al otro:

lo que desarrolló nuestra solidaridad

superior y le dio su nombre.


Pero para llegar a la abundancia de este

presente, con sus dispositivos cada vez

más sofisticados que nos permiten acceder

al goce de la cultura digital y sus valores,

hubo que empezar de abajo:


Empuñando palos, piedras, hasta poder

producir nuestras propias armas, una

industria siempre floreciente, que ha

marcado nuestro ritmo evolutivo.


III

A lo largo de la vida, todos hemos

aprendido a empuñar y manipular

distintos objetos como algo natural,

con mayor o menor fortuna.


Esta experiencia nos hizo desarrollar

habilidades, superarnos y crecer como

seres inteligentes: Ahora empuñamos

nuestros móviles, e intercambiamos

todo tipo de experiencias desde nuestras

propias pantallas.


Sabemos que todo está ahí, al alcance de

un dedo: la vida está en nuestras manos

y hay aplicaciones disponibles para todo:


Hasta al amor se puede acceder desde este

objeto pequeño como un puño, pero con

más prestaciones.


No olvidemos al pulgar y su apariencia

humilde: empuñar es fácil, pero sin él

yo no podría sostener esta lapicera, que

empuño con toda naturalidad, a sabiendas

que mi manufactura es un anacronismo.


No olvidemos que nuestro puño es único,

y acaso sea lo que define la condición

humana.


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