(Onésimo Evans)
Una especie de reptil nauseoso
me visita por las noches -de día
no recibo-
Los reptiles son criaturas amigables,
algo esquivas con quienes no saben
tratarlos y no respetan su condición.
Mi visitante no es la excepción, a pesar
de ser un poco extraño: parece arrastrar
un sueño ancestral, sus movimientos lentos
transmiten cierta perplejidad; es como si
estuviera a punto de dormirse pero no se
decide.
Fuera de eso y de sus mutaciones cromáticas
y morfológicas, cursa una perfecta normalidad
y no parece ponzoñoso.
Daría la impresión de alguien que se excediera
en la bebida y resiste al reposo que pide su
cuerpo.
Yo lo entiendo: un cuerpo es algo extraño, sea
propio o ajeno, reptil, mamífero o artrópodo.
Una presencia extraña puede provocar rechazo,
temor, asco, aversión o una nausea pasajera.
Luego, hay pesadillas con seres monstruosos
o animales anómalos:
Quisiéramos despertar, cualquier otra realidad
es preferible a eso. Pero la noche es larga,
incierta y suele poblarse de extrañas criaturas
que vacilan, reptan por las paredes internas
de los sueños y se esconden.
Yo lo entiendo a mi huésped, aunque no hemos
cambiado palabra aún:
Uno se duerme, se abandona a un mundo extraño
sin saber si despertará en otro, tal vez peor
o ni eso. Ni siquiera hay certeza de despertar.
¿Habremos despertado alguna vez?
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